
Las peñas del Zapallar son la prueba viva de que la identidad se cultiva día a día. En cada momento. Con cada chamame. Con cada empanada. Todo sobre una mesa larga y poblada de vecinos y compañeros que van y vienen, entre bailes y vinos que amenizan esta costumbre de hacer un culto de esto de "juntarnos" a compartir un poco de cultura, un poco de la tierra chica, un poco de política y militancia. Todo bajo la bandera que nos identifica a todos. La bandera que intenta resumir en unos centimetros de tela la escencia del pueblo. Su idiosincracia. Sus costumbres.

Para las tres de la tarde, eran cerca de sesenta las personas que disfrutaban de los acordes de una banda que mandaba un tema tras otro, sin descanso. Como anticipando lo que iba ser la tarde.

La horas pasaban y "la celebración" parecía mayor. Grandes, jóvenes y chicos que corrían entre los bailarines se unían a este acto de fe.

Volvimos a casa con el alma llena. Compartir con los compañeros y vecinos nos muestra que, además de compartir un proyecto político y una idea de país, también nos une la cultura y la historia de una nación que de a poco, pero a paso firme, vuelve a tener una identidad propia, popular y profundamente nacional.
Y todo bajo una misma bandera: la Argentina que flamea majestuosa de la mano de Cristina y Néstor.
VIVA LA PATRIA CARAJO!!!